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lunes, 30 de enero de 2012

Pedro Chacalero

Un día Pedro despertó y sintió unas incontenibles ganas de salir volando por la ventana, él vivía en el décimo piso, eran unos departamentos pequeños para cuatro personas, el espacio se hacia muy pequeño, pero Pedro vivía solo.
Sé asomó al balcón y sintió vértigo, casi vomita un conejito, pero se contuvo.
Alzó la vista al cielo y una brisa que se volvió viento hizo que su cabello se alborotara, que la cortina que estaba tras de él se desenganchara, y que algunos papeles sueltos se desparramaran por el piso, Pedro cerró los ojos y extendió los brazos, sintió el viento con alegría, y respiro profundo, deseó que tan solo eso fuera suficiente para poder volar. Exhaló, abrió los ojos lentamente, al mismo tiempo que el viento cesaba. Esa noche Pedro soñó con volar, y alcanzar las nubes, esas que semejan algodón, se sentó sobre ella y contemplo el mundo bajo sus pies, la verdad solo veía cielo y mas cielo, sobre su cabeza y bajo sus pies, nada más que cielo, nada más que un sueño. Pedro soñó, durante días, durante semanas con poder volar, con volar lejos, y sentarse en una nube a descansar, tanto soñaba Pedro que a veces al despertar le costaba darse cuenta que no podría volar. Le contó a sus amigos y estos le decían "Pedro, no tienes alas no puedes volar, no podrás volar..."
Un buen día Pedro Chacalero olvido su maletín en casa, cuando entró en esta notó que la ventana que daba hacia el balcón estaba abierta y cuando decidió ir a cerrarla el viento irrumpió en la habitación, la cortina volvió a caerse, los papeles a desparramarse y su cabello a alborotarse, Pedro se asomó al balcón se subió en la baranda y se dijo a si mismo " esto es muy irreal, ha de ser un sueño, entonces... yo debería poder volar, en teoría yo debería poder volar." y no lo dudo un segundo más, el viento sopló con más fuerza que antes, Pedro saltó con los ojos cerrados desde el décimo piso, en su casa la cortina en el suelo, los papeles desparramados y un maletín olvidado para siempre, en el primer piso las miradas atónitas de quienes lo veían cada día salir rumbo a su trabajo, las miradas atónitas de quienes lo habían visto asomar a su balcón y saltar, las miradas atónitas de quienes veían como Pedro Chacalero del décimo piso se elevaba sin tener alas.
Cuando Pedro abrió los ojos ya se encontraba demasiado alto como para ver el suelo y sobre su cabeza había una nube, blanca y esponjosa como el algodón, trató de sentarse en ella a descansar como lo hacía en sus sueños, pero se hundió en ella, la cual estaba cargadísima de agua, Pedro no sabía nadar y se fue hundiendo cada vez más en la nube.
Nadie volvió a saber nada de Pedro Chacalero, sus amigos jamás creyeron la historia de que se había ido volando y quienes le vieron se mantuvieron firmes en la idea de que estaría en algún lugar mejor o viajando todavía