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lunes, 12 de agosto de 2019

Miro el horizonte infinito, tras de mi se corta la luz en franjas que recorren la habitación.



El vació se llena de pulsaciones, impulsos incontrolables, animales salvajes que despiertan de un sueño ni tan profundo, ni tan ligero.
Rondan por los rincones, siempre listos para atacar. Los siento. Lo siento.
Me vuelvo entonces una presa, feliz de su destino.
Corren por mi piel y saltan al vacío cientos de chispas.
Se incendia mi centro y las llamas abrasadoras me abrazan.
Como te explico, pienso en ti. Estás lejos, te siento aquí.

Implosiono de deseo y nada extingue estas llamas que me consumen.
Nada.

Dónde guardo esto, cómo lo apago, quema.

Me gusta visitar los estantes de mi mente donde guardo cada momento, como un tesoro, los repaso, una y otra vez, los mezclo y creo nuevos momentos, ficciones que tardan demasiado en acabar, en empezar.

Por la cresta, me vuelve loca el deseo y no hay mucho más que pueda hacer.
Escribir, intentar tapar con otras cosas esto que me desborda.

Vuelven a mi  sin yo pedirlo, sin yo buscarlo, momentos que logro traducir a sensaciones, me quemo.

Silencio y una mirada, o dos  o tres, te imagino, veo tus ojos en un recuerdo distante, veo tus labios, tu boca, tu piel, todo parece tan distante ya.

No se si me entiendes.
No se...

Cuando veas esto, si es que lo llegas a ver...
Yo no se, ya no se...

Miro el horizonte y veo a la distancia mis ganas de bailar, de destapar cada centímetro de noches que quedan atrás, mis ganas de ver tu cara sedienta, tus ansias de mi.

Cuando veas esto, si es que lo llegas a ver...
Tendrás aún ganas de mi?
   
 

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