Todos los colores de un desastre natural.
Toda la magia de aquello que está dejando de ser.
El fulgor de una matriz que se cierra y se abre, que explota en un final.
Como no va a ser radiante ese último segundo de una existencia que deja de ser
Que la oscuridad misma se vuelve luz y la luz se vuelva electricidad, la electricidad se torne colores, calores, música, estruendo, ruido, vacío.
El centro mismo de lo que no es.
El centro mismo de lo que es todo
Y de tanto ser ya no se abarca
De miradas que ya no alcanzan
Grito de silencio que no puedes oír de tan estridente
Tus ojos no dan para comprender lo inmenso del manto que nos cubre
Cuando te veo en el allá, que nunca es mi allá
Cuando veo los colores del arcoiris y se que ni inicio ni final
Cuando sé, cuando sé y a veces si lo sé
Es demasiado claro que tú camino jamás pasó tan cerca del mío como ese día
Y luego la curva se pronuncia y te alejas, solo lo suficiente para no volver a cruzar una mirada
Cristales de sal que se derriten a la humedad de un invierno en que tu estufa quemó mi piel
Dragona
Serás parte de una mitología que a nadie más le contaré
Y ada más hace falta
Los puntos están marcados
Y mis sueños serán el único canal en que te sintonizaré por casualidad alguna vez.
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