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viernes, 26 de julio de 2019

Escorpión

Hay un escorpión en mi oreja, me susurra cosas, se mete en mis pensamientos y no me lo puedo quitar, camina por mi espalda y me paraliza.

Hay un escorpión en mi cabeza y me da terror.

Siento avanzando por mis brazos, mis manos, mis piernas, mi espalda, mi mente, como una sombra. Siento...

Y cuando miro no lo puedo ver.
Y cuando lo veo no lo puedo tomar.

No hay escorpión.
De quién es la voz que me susurra.
De dónde el temor que me paraliza.
Hasta dónde la ilusión. La realidad.

Se apagan las luces y la ciudad brilla con venas naranjas que corren veloces, lava corriendo por las arterias de este mundo.
Otro mundo.
Negro como el avismo.
Intenso, misterioso, peligroso.
La noche se devora las ideas y de fondo sólo un murmullo lejano.
Cercano.

Un ruido sordo, y mil susurros que atraviesan mi mente.

No hay escorpión, nunca lo ha habido.

Hay un escorpión que habita mi noche.
Hay un escorpión que me espera en silencio, me mira de lejos y me paraliza.

No hay escorpión, nunca lo ha habido.
De quién la voz.
De quién la sombra.

Es un sueño peligroso, un temor más profundo que el mar en una noche sin luna.



miércoles, 17 de julio de 2019

Fugit irreparabile tempus

Cada vuelta solar que me cubre, cada ronda en la que me envuelven las estrellas... una casualidad cósmica...
Llego, como cada año a este punto álgido de mis días, y mientras me acerco al momento, no puedo evitar sentir como el tiempo es tan sereno y tan brutal.

El fantasma que me persigue sin aun alcanzarme, azora mis días, me recuerda que el tiempo se nos escapa sin remedio alguno...

Que todo lo que alguna vez comienza ha de terminar y que a su vez cada fin es un principio. Unos deben morir para que otros puedan vivir.

Yo le temo a la muerte, no a la propia.

Desde siempre, pareciera, le temo a la partida de quienes ocupan lugar en mi corazón.

Las manecillas del reloj me parecen guillotinas cercenadoras.

Cronos embravecido deborador, mi fantasma... te veo cambiar todo a tu paso.
Cambia todo cambia. Como quisiera que no todo cambiara tanto, pero la monotonía es terrible también.

Si sólo somos una casualidad, si existimos por mera coincidencia, este chispazo fortuito que nos acoge fugazmente es realmente un milagro, pura cuea, pura belleza, quisiera no sentir temor, pero es más una certeza, algún día solo seremos polvo flotando a la deriva en la oscuridad y no habrá quien sospeche que alguna vez nos odiamos, nos herimos, nos perdonamos, reimos, nos amamos, sufrimos, morimos, existimos.

No hay trascendencia.

sábado, 6 de julio de 2019

A veces tengo un día o dos en que mi mente y cuerpo suben a una montaña rusa emocional, no es que lo busque, llega a mi, culpo a las hormonas.

Hoy es ese día, muero de deseo, quiero salir y bailar, quiero mirar las estrellas, respirar profundo, perderme en el borde de tus labios...

Y un segundo más tarde solo quiero un abrazo, llorar, que nadie me vea, hacerme bolita, entrar en una crisalida y que el tiempo pase sobre mi.

Culpo a las estrellas.

No me gusta, porque no.lo entiendo, quiero sentir el placer de un roce fugaz, la magia de un instante, sonreir y llorar al mismo tiempo. Que no me juzguen ni me critiquen por sentir, porque voy en mi catarata de emociones y todo se me vuelve intenso.

Me encierro a escribir esto, porque temo que si lo digo no me entiendan y llore y no me entiendan y ría y no me entiendan.

Hoy soy un huracán.
Hoy arraso con las paredes de mi yo.
Hoy cruzo libremente entre cada emoción.
No me gusta, porque me confunde.

Quiero parar y bajarme, quiero seguir arriba, bien arriba.

Quiero detener un segundo y congelarlo, comerlo luego.


Devorar el tiempo y ser devorada por éste.

Quiero un instante perpetuo y una eternidad fugaz.